Soneto - XIII - de Tomás de Iriarte

Dictado por el autor, ya postrado en cama, pocos días antes de su fallecimiento


Lamiendo reconoce el beneficio
el can más fiero al hombre que le halaga.
Yo, escritor, me desvelo por quien paga
o tarde, o mal, o nunca el buen servicio.
La envidia, la calumnia, el artificio,
cuya influencia vil todo lo estraga,
con más rabiosos dientes abren llaga
en quien abraza el literario oficio.
Así la fuerza corporal padece,
falta paciencia, el ánimo decae;
poca es la gloria, mucha la molestia.
El libro vive, y el autor perece.
Y ¿amar la ciencia tal provecho trae?...
Pues doy gusto a Forner, y hágome bestia.
 

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