Anacreóntica V de Tomás de Iriarte

Para que mi alma sane de la herida
que en ella hizo el traidor Cupido
con penetrante flecha,
tú, que mi amor no entiendes,
me recetas la ausencia,
y el cómo he de ausentarme
es lo que no recetas.
Yo, que hallar no confío
alivio en mi dolencia,
temo que mi tormento
más con la ausencia crezca.
¿Iré acaso a una quinta,
iré a una bella aldea,
en que ostente sus dones
la fresca primavera?
Sí; pero allí los valles,
los huertos, las riberas,
los prados, los arroyos
y las frondosas vegas
serán fieles testigos
de mil raras tristezas,
unas que llevo, y otras
que, si allá voy, me esperan.
En la arena del río,
en las verdes cortezas
escribiré aquel nombre
que hoy olvidar quisiera;
repitiéndole siempre
el eco de las selvas,
hará que mi tormento
más con la ausencia crezca.
Querrás que me acompañen
libros de ingenio y ciencia,
que en el discurso alivien
lo que el corazón pena.
Sí; pero nada es fácil
que yo, infelice, lea
sino amorosos versos
de algún tierno poeta;
y entonces los cariños,
las dulzuras, las quejas
harán que mi tormento
más con la ausencia crezca.
¿Recurriré al deleite
que en sonoras cadencias
la música divina
al oído franquea?
Sí; pero en cada acento
que despidan las cuerdas
se oirá el llanto mío,
que ablandará las piedras,
y los pausados tonos
de la armonía tierna
harán que mi tormento
más con la ausencia crezca.
Ausencia es un castigo
a que Amor nos condena;
si amor me le enviare,
en hora buena venga;
mas no quiero yo mismo
imponerme esta pena
para que mi tormento
más con la ausencia crezca.
 

Most Reading