Los gustos estragados de Iriarte

Tonadilla


Sobre gustos no hay disputa,
dice un adagio vulgar;
pero hay gustos estragados,
y los quiero disputar.
Por ejemplo
(¡Chito, chito!)
Con licencia
del refrán,
perdonadme
la insolencia,
si es delito
criticar.
Hay Adonis que se inclina
a una Venus caprichosa,
engañosa, desdeñosa,
que si ayer le miró fina,
hoy le envía a pasear.
¿No es verdad, señores míos
(¿no es verdad?),
que este gusto es estragado
y se puede disputar?
Ninfa hay tal, que se enamora
de un Narciso presumido,
relamido, repulido,
que su talle sólo adora,
su peinado y su beldad.
¿No es verdad, señores míos
(¿no es verdad?),
que este gusto es estragado
y se puede disputar?
Para mueble de su estrado
habrá niña que prefiera
a un tronera, calavera,
que es tener por arrimado
un demonio familiar.
¿No es verdad, señores míos
(¿no es verdad?),
que este gusto es estragado
y se puede disputar?
Hay quien por un tonto pene,
y hay quien don Quijote sea
de una fea Dulcinea,
y se alaba de que tiene
delicado el paladar.
Pero oíd, señores míos,
escuchad,
que el gusto más estragado
es el que voy a pintar.


Seguidillas

Las hermosuras graves
y sobrehumanas
son buenas para vistas
y no tocadas.
Las niñas alegres,
graciosas y francas
son las que divierten
y llegan al alma;
que corren,
que saltan,
que ríen,
que parlan,
que tocan,
que bailan,
que enredan,
que cantan;
pero aquellas deidades
que apenas hablan,
son buenas para vistas
y no tocadas.
Quien no lo crea,
que se arrime a hacer cocos
a alguna seria.
Allá verá el tonto
la ganga que lleva,
y si espera gustos,
se queda por ésta.
Suplica,
contempla,
se pasma,
se inquieta.
la busca,
la estrecha,
suspira,
se eleva;
pero ella con mirarle
fruncida y tiesa,
le echa una jarra de agua
por la cabeza.
 

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